martes, 14 de agosto de 2012

BATALLA ANUNCIADA


La batalla está anunciada. Va a ser decisivo lo que seamos capaces de unir y poner enfrente de los mercados, la determinación a no obedecerlos ni a ellos ni a los gobiernos y partidos que los obedecen. Será como en los viejos tiempos. Ahora no es cuestión de votos, de resultados electorales, de marketing. Nos jugamos mucho, casi todo, casi todos. Es uno de esos momentos en que no hay que mirarse en pelillos.

Rajoy dice que espera a ver qué le dicen, para decirnos después. En las próximas semanas, como viene ocurriendo desde mayo de 2010, unos individuos están decidiendo sin permiso de los pueblos la dosis de sufrimiento que imponen a cada uno.

La atención y la tensión ha de ser máxima, pero la cabeza fría. Está todo planificado, nos están esperando. El poder siempre está atento a demostrar que es quien manda, que lo hace por nuestro bien. Que la culpa es de todos, pero sobre todo nuestra. Unos por votar antes a los otros, otros por votar ahora a los unos (mejor los hunos).

Juegan a las batallitas de escaparate entre las supuestas izquierdas y derechas reales. Esa farsa ya no cuela, aburre, da pereza mental entrar en ella.

Me da miedo pensar que en esta batalla no sabemos aún quienes y cuantos somos, no sabemos si alguien tiene un plan, no sabemos más que una cosa: así no podemos seguir.

Muchos queremos unir fuerzas, hay muchas iniciativas que buscamos la unidad, demasiadas. Siguiendo con el símil bélico, esta batalla pacífica, democrática, por la justicia, contra la injusticia, por las personas, por el cumplimiento efectivo de nuestros derechos constitucionales, tiene que ser comandada por los ciudadanos más conscientes, por los cabos y sargentos, por los líderes naturales de cada barrio, empresa, facultad, etc, que coordinadamente reúnan en cada sitio a cuantos más ciudadanos mejor, mientras buscan la unidad en un todo, de una lucha coherente, diversa, que active a las victimas del paro, los desahucios, los recortes, etc y que se inesperada por el poder.

Paralelamente el debate participativo de los ciudadanos y la elaboración de intelectuales y grupos comprometidos debemos lanzar un programa común alternativo.

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