domingo, 24 de julio de 2011

¿Nadie es responsable?

Acaban de intervenir la CAM, como ya pasó con Cajasur y Caja Castilla la Mancha. Los políticos del PPSOE y la Iglesia Católica se han financiado a placer con las Cajas, sus consejeros y directivos han conseguido prevendas. Apostaron por inflar la burbuja inmobiliaria y financiera que puso la vivienda lejos del alcance de los jóvenes parados y encadenó a una hipoteca de por vida al resto de los que la necesitaban, mientras los especuladores se enriquecían con las plusvalías generadas con el tráfico de influencias, los sacrificios del mundo del trabajo y la destrucción de la naturaleza.  El endeudamiento privado crecía con las facilidades de crédito que alimentaba la burbuja con dinero negro y blanco, en su mayor parte proveniente del exterior.


Ante las dimensiones de la crisis, en lugar de pedir responsabilidades en cada Caja, banco, ayuntamiento, comunidad, investigando hasta el último detalle cada una de las operaciones, ante el Tribunal de Cuentas, en los juzgados, y en cada partido político, somos los ciudadanos los que tenemos que pagar su fiesta con nuestros impuestos, recortes de derechos y pérdida del patrimonio colectivo que eran nuestras cajas.


 Se extiende como la pólvora la idea de que todos somos responsables porque hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Pero esa imagen que es muy vendible es también muy falsa. El capitalismo que apuesta por la individualidad en cuanto a repartir el éxito, los fracasos los socializa y enmascara, nunca es la culpa de los culpables. En todo caso, vamos a sacar a la luz con objetividad lo que ha pasado realmente y que cada palo aguante su vela.


En el movimiento 15 M se hacen muchas propuestas razonables y justas, que parten del cuestionamiento del sistema electoral, político y económico. Pero debemos dejar claro que no cuestionamos los derechos que nos reconoce la Constitución, entre ellos el derecho a la vivienda, el derecho-deber de trabajar y de participación política, o la tutela judicial efectiva entre otros, que deberían haber garantizado las instituciones que no es que no funcionen, sino que lo hacen contra estos derechos para garantizar privilegios y manejar al pueblo desde sus poltronas y medios de control y engaño de los ciudadanos.


El mal funcionamiento de los partidos políticos es una de las causas. No son democráticos ni pueden serlo con este sistema electoral. No canalizan las aspiraciones de la gente, ni responden a intereses que se opongan a la conquista y mantenimiento en el poder. Dependen de la financiación de los bancos y del control de éstos de los medios de comunicación. Al menos en los llamados partidos de izquierda, los militantes deberían encabezar esta exigencia de transparencia, en vez de estar siendo chuleados por los aparatos para que justifiquen las muchas atrocidades propias con la pretendida excusa de ser siempre mayores las del contrario, o tragando imposiciones de los líderes con tirón mediático o populista, en una dictadura de la imagen y del marketing sobre las ideas, la participación y la democracia interna.


Para que la catarsis colectiva que debe ser esta revolución de la buena gente, como yo llamo al 15M, hacen falta limpieza, exigencia de responsabilidades hasta sus últimas consecuencias, pues no adivinamos la profundidad de las tropelías cometidas. Sin esa luz, la mierda se seguirá acumulando en los rincones y debajo  de las alfombras. Hace falta un safarrancho de limpieza a fondo. Usemos internet para poner en evidencia todo lo que está tapado, denunciando y sometiendo ante la justicia y la opinión publica todo los atropellos a la ley y nuestros derechos.


Hay que saber lo que ha pasado en Cajasur, en la CAM, en CCM, y que no quede impune. Que no lo paguemos los de siempre, como siempre. Ya está bien de socializar pérdidas y privatizar ganancias. El Estado no es un negocio montado sólo para que unos cuantos se lucren.


Sugiero que una dimensión del 15 M sea la investigación y esclarecimiento de estas responsabilidades, con la participación de todos pero con el máximo rigor y transparencia, caiga quien caiga. Todos sabemos un poco de esta historia, pero tenemos que hacerlo de forma discreta y organizada. Ya tenemos ejemplos en los que mirarnos y la red es un instrumento válido pero no exclusivo. La información más que nunca es poder. Si el pueblo carece de ella, la democracia es una entelequia.