La dos opciones personales de cada ciudadano están muy claras: la sumisión a la barbarie financiera que está derribando cualquier apariencia de democracia que estorbe a sus planes liquidatorios de cualquier avance social conquistado, o la rebeldía y la construcción de un nuevo modelo de convivencia con valores éticos contrapuestos a los que nos han llevado a esta situación.
El fascismo financiero es real, palpable y evidente, pero la respuesta ciudadana unitaria y global sus agresiones aún no se ha terminado de construir. Cada esfuerzo desde la conciencia de este problema, desde cada rincón, desde cada sector de actividad, en conexión con los esfuerzos de cada grupo social, país o área geográfica, es vital. Nos la jugamos en la lucha de cada fábrica, sector, hasta en cada desahucio, y también en cada revolución popular de cualquier parte del globo. La partida se juega en todo el tablero y debemos movernos por él de forma cohesionada y organizada. El enemigo cuenta con nosotros, con nuestro miedo, con nuestra inconsciente colaboración; nos infiltra y nos divide en debates estériles, esté continuamente revolviendo las aguas para pescar mejor, pero nosotros tenemos todo lo necesario si desvelamos su juego y perdemos el miedo; si pensamos en clave de Humanidad con Derechos, en construir la casa en la que deben vivir nuestros descendientes, cuyos cimientos sean los Derechos Humanos y la preservación de la vida en el Planeta.
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