martes, 11 de septiembre de 2012

¿TE INTERESA TU VIDA?

Si te interesa tu vida, te interesa controlar a los que te la organizan. Si te interesa tener asegurado un vivir bueno y digno, te interesa organizar con otros que nadie pueda acapararlo todo, robándote la dignidad de paso.

Cada uno tiene unas circunstancias, nace a una realidad y vive mezclándose con las realidades de los otros. Hay cosas que a todos nos afectan y personas que, aún teniendo su vida asegurada, tienen conciencia de la vida colectiva, de los peligros para la vida futura empezando por las de sus hijos o nietos. Si por tus circunstancias propias o por otras razones no sabes vivir ajeno al destino de otros, tarde o temprano creas dentro de ti la necesidad de unirte a otros para pensar y actuar juntos para mejorar las cosas en el presente y el futuro.

Como suponen vivir en democracia, muchos piensan que ya cumplen con votar a otros para que se encarguen de esos temas. Hay quien cree que el mundo de las decisiones colectivas es un campo vedado, ajeno, raro, incomprensible. Los que se dedican a ésto de decidir por nosotros le interesa mucho que esas personas sigan persistiendo en lo que, a todas luces, es un error. Le interesa mucho que los disconformes no actúen por su cuenta, no se unan entre ellos, si no dentro de los cauces de confiar en otros. No importa que protesten un rato o que se desahoguen en la barra de un bar. Que se alegren cuando los que hoy pierden, mañana ganen, en ese teatro-circo de las elecciones. Que sigan ignorantes de que nunca deciden nada.

La experiencia de millones de personas está socavando esta pantomima, pero nada garantiza que se encauce tanta angustia como se va acumulando a marchas forzadas en una capa cada vez más amplia de la sociedad. Es una situación peligrosa, proclive al mensaje catastrofista, y a "soluciones" desesperadas. Pero también son los tiempos en los que pueden nacer experiencias de una nueva conciencia y liberación humanas que den lugar a un salto civilizatorio producto de desaprender lo viejo e inservible y de la búsqueda, con otros, de caminos inexplorados.

Mejor que lamentar los muchos errores pasados, es conocerlos y ser plenamente consciente de que la historia está por escribir porque existe margen para producir cambios profundos, si hablamos sobre lo que nos pasa y acordamos medidas para cambiarlo.

Nos debe llenar de esperanza que no somos los primeros que enfrentamos situaciones complejas ni encrucijadas de la historia. Otros tuvieron menos herramientas y lucharon pensando en nosotros. La historia y la memoria son una fuente de saber, pues nunca se parte de cero, pero su principal lección es que, para bien y para mal, siempre la hicieron los pueblos, que no está escrita, que no obedece a planes individuales; que no es lineal, que hay avances y retrocesos, estancamientos y aceleraciones bruscas. Nos enseña que las ideas, la razón y la voluntad humanas han hecho realidad lo que antes parecieron fantasías o desvaríos.

Muchos dirán que lo único que piden, como el cojo en Lourdes, es "virgencita que me quede como estoy". Otros querrán volver cuanto antes a la vida de hace meses o años. Pero nada de eso es ya posible sin pelea. Tampoco, decimos otros, volver a reproducir las causas que nos han traído aquí es posible, ni es bueno. Así que nadie espere que nadie nos saque de ésta sin esfuerzo, sin sacrificios.

La decisión individual de cada uno, como siempre, va a condicionar las decisiones colectivas. Mi decisión es pensar y luchar con otros, por unos objetivos comunes, en una red ciudadana que poco a poco se constituya en un poder opuesto al que nos lleva al desastre.

Mi decisión es unirme, de momento, a unos cuantos miles de ciudadanos y ciudadanas, que algún día podremos decir: SOMOS MAYORÍA.




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