martes, 21 de febrero de 2012

ÍNTIMO PARTE DE GUERRA


Me gustaría compartir algunas vivencias con un objetivo: demostrar que no sólo se nos agrede desde la legislación o la decisiones ejecutivas de las instituciones. Como si de una campaña organizada se tratara se nos quiere sumergir en un estado de shok a base de golpes que nos lleven a un estado de abandono de nosotros mismos. En esa campaña se han podido unir los bancos, las compañías telefónicas, las empresas de energía, las de seguros, de una manera coordinada con los continuos golpes del gobierno y los mercados.


Os cuento en primer lugar el caso de una familia que hipoteca su casa para operar a su hijo de un tumor cerebral pagando el viaje y la intervención de un neurocirujano infantil suizo (150.000 euros). Está claro que es un caso de alguien que ha querido vivir por encima de sus posibilidades. El marido queda en paro, a ella le reducen la jornada y el sueldo. Acuerda con el banco que éste le dé un crédito personal que cubra los impagos temporales, y que comenzaría a pagar en octubre de este año. Encuentran trabajo y van ingresando cantidades, pero el banco las aplica anticipadamente al pago del crédito personal y deja impagada la hipoteca. La familia reúne la cantidad que según el banco se debe de la hipoteca, pero el banco no la acepta porque ha declarado vencido todo el crédito hipotecario, que le reclama en un burofax, y el resto del crédito personal del que no ha vencido ni la primera cuota. Ayer se concentraron en la oficina para exigir una negociación los convocados por el Grupo Stop Desahucios. Hoy se ha presentado un escrito al banco, exigiendo el cumplimiento de lo acordado y mostrando la disposición al pago de lo vencido.


El viernes tuve el despacho un caso muy típico y extendido, un atraco de una compañía de comunicación, que en este caso es ONO. Este hombre, médico de profesión pero jubilado con 78 años, se cambia de proveedor de teléfono fijo, adsl y televisión, de ONO a Vodafone en abril del año pasado. Como hace la portabilidad de un teléfono le dicen que queda dado de baja de ONO. No obstante llama a ONO para comunicar la baja. En noviembre descubre que siguen cobrándole de ONO, que ha pagado más de 500 euros en esos meses. Manda una carta con acuse de recibo pidiendo que de una vez le den de baja, aconsejado por la OCU, y da orden al banco de que no pague un duro más a ONO. Me trae una reclamación de 203 euros de meses posteriores. Está recibiendo un acoso tremendo por teléfono y carta para que pague. Si no es por su nuera, ya lo habría pagado.


Este mismo amigo-cliente, me llama ayer porque ha recibido una carta de ENDESA, que le pide rellene, firme y devuelva un contrato, cuando se informa para comprobar que es una actualización del anterior, le dicen que él ha solicitado los servicios de gas de esa compañía, cosa que no ha ocurrido porque la tiene con Gas Natural.


La semana pasada un cliente sentado en un bar me insistió en que me tomara una cerveza, precisamente cuando me levantaba de una mesa del mismo bar en la que celebraba con la letrada de Cajasur que se había suspendido la subasta de otro afectado por la hipoteca. La acepté pero no imaginaba que un señor que hablaba de pie a poca distancia con otros que sé que son directivos de bancos, estaba en la misma mesa de mi cliente, como me anticipó éste. Mientras escuchaba las explicaciones sobre quién era, observaba como el susodicho con una actitud segura, casi chulesca, respondía con negativas a los señores de los bancos. Al poco se sienta, nos presentan. Aprovechando que este cliente desconoce mis opiniones y mis actuaciones, tuve una lección práctica en directo, de como el capital especulativo extranjero está comprando el producto de los cientos de miles de desahucios, a precio de saldo. El negocio es tremendo, repugnante.


No concreto más por motivos evidentes, pero os aseguro que los detalles que, discretamente, pude sacar al autor, son escalofriantes. Aunque nada que no podáis imaginar, cuando lo compruebas de primera mano, el impacto no te lo quita nadie.


Nos han declarado la guerra total de la que desconocemos su profundidad, sólo sentimos los golpes cada día. Este ha sido mi parte de guerra de hoy.

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